Miedo en los niños. Cómo ayudarles

Miedo en los niños. Cómo ayudarles

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El miedo es una de las cinco emociones primarias, con las que venimos genéticamente equipados, y que tienen un objetivo de supervivencia y de desarrollo. Cuando aparece, se activa el sistema nervioso simpático (“el acelerador”), sudamos, se eleva la frecuencia cardiaca y el tono muscular, por efecto de la adrenalina. Entramos en estado de alerta, focalizando la atención en la situación, preparándonos para la lucha o la huida.

A pesar de que muchas de las sensaciones relacionadas con el miedo se viven como desagradables y angustiosas, nos preparan para actuar con prudencia y cuidado ante una situación peligrosa o amenazante, preservando nuestra seguridad. En los niños ocurre lo mismo, y podemos explicarles que el miedo es como nuestro “guardaespladas” que se ocupa de que no corramos riesgos innecesarios.

Desde los seis meses de vida hasta los dos años de edad, suele aparecer el miedo a los extraños, a las alturas, a las caídas, a los ruidos fuertes, así como la angustia por separación de la figura de apego. De los dos hasta los ocho años, aparece el pensamiento mágico y los miedos imaginarios (monstruos, fantasmas y la oscuridad). De los ocho a los doce esos miedos dan paso a otros más realistas y específicos (temor al fracaso escolar, a la crítica de sus compañeros y amigos, e incluso hacia el final de este periodo, relacionados con el cambio de la propia imagen). Durante la adolescencia es cuando surgen más miedos relacionados con la imagen y lo social, perdiendo importancia los que tienen que ver con las situaciones de riesgo.

Para ayudar a nuestro hijo a superar su miedo es necesario establecer una comunicación fluida para que se sienta seguro. Es importante escucharle y tenerlo en cuenta, para acceder a su mundo y hacerle sentir valorado, evitando los juicios y la vergüenza. Si se bloquea, no pasa nada, forma parte del proceso, sobre todo en niños más pequeños. Necesitan sentirse seguros físicamente, por ello es recomendable primero el contacto visual, cogerle la mano y abrazarle. Esto le tranquilizará y le ayudará a regularse. Podemos establecer con ellos un plan conjunto progresivo para superar su miedo, respetando su proceso, primero con nuestro apoyo, y a medida que se vaya sintiendo más seguro, él sólo.

Es aconsejable recurrir a un profesional cuando vemos que nuestro hijo se encuentra “atrapado” en el miedo, evitando situaciones y limitando su vida cotidiana. Si como padres también nos bloqueamos con el miedo, no sabiendo cómo actuar, también es recomendable buscar ayuda, ya que somos su modelo y ventana al mundo. Si nuestro hijo nos ve asustados, se asustará más y puede interiorizar nuestra angustia e inseguridad. Él se sentirá seguro si nosotros nos sentimos seguros.

 

Autora: Mara Boscá Fons.
Publicado en Escuela de Padres Irco